Así como las islas del Caribe son populares por sus paseos bajo el agua color esmeralda, en Patagonia también es posible practicar buceo, en aguas que provienen de glaciares y ventisqueros, transparentes y muy heladas.
Es un paseo extraordinario, donde los sentidos se extrapolan y se disfruta de un lado completamente opuesto al de la superficie, con vegetación y animales únicos y diferentes; además de naves que naufragaron hace más de cien años y que ahora duermen bajo el agua, rodeadas de algas y vida submarina. Un mundo singular y prohibido para nuestra especie, que nos permite visitarlo solo con el equipo y el entrenamiento adecuado.
No todos pueden bucear y se necesitan clases para poder bajar a la profundidad del mar o el océano. Se necesita ser mayor de doce años y contar con certificaciones de la Dirección General del Territorio Marítimo si se planea bucear con aire comprimido. Por supuesto es necesario tener un buen estado físico y psicológico. Lo demás es ganas y amor por el agua.
En cuanto al equipo, es necesario contar con aletas, traje isotérmico, mascara, botella, profundometro, reloj, tablas de descompresión, regulador, cuchillo, manómetro, botines, guantes, linterna, tubo o snorkel, y globo.
En Chile, los principales puntos para practicar buceo se encuentran en el norte, desde Arica a Valparaíso. Sin embargo, en Patagonia se han establecido puntos donde se puede realizar esta actividad, como en Pucón, el Estrecho de Magallanes en Punta Arenas, y en Tierra del Fuego, en la ciudad Argentina de Ushuaia.
Se puede bucear durante todo el año, pero las condiciones son excepcionales durante los meses de diciembre a marzo, cuando el sol tiene una mayor presencia en la zona y permite una visibilidad de 15 metros de profundidad. Se debe tomar en cuenta que la temperatura promedio del agua es de apenas 2 C y que la locación de sumergimiento dependerá de la dirección del viento.